Las
Cazadoras
Somos un caos absoluto. Pero estamos las seis juntas. Y eso es todo lo que importa. ¿Quieres conocernos?
NURIA VELASCO
Soy una romántica. Es así, no puedo negarlo. Quizá por eso me casé tan joven con el, supuestamente, hombre de mi vida. Nunca me he conformado con nada. Cuando estudié para ser biotecnóloga me propuse convertirme en la mejor en mi campo. Primera de mi promoción, deslumbré a mis profesores de Erasmus en Edimburgo y conquisté a mis jefes al mudarme de Madrid a Londres. El cambio no fue fácil. Otro país, otro idioma, otras costumbres… Pero me adapté. Siempre lo he hecho. No he dejado nunca de soñar, de creer que la vida que deseaba era posible. Tengo mi propia empresa de biotecnología, me he hecho un nombre y todo me va bien. Excepto… Que sigo siendo una romántica empedernida. Cuando mi marido murió, pensé que no podría rehacer mi vida. Que una parte de mí se había quedado enterrada con él en ese cementerio de Madrid. Supongo que estaba acostumbrada a escuchar demasiado a mi cabeza y muy poco a mi corazón. Aunque cuando su recuerdo se volvió demasiado, descubrí que había otra Nuria dentro de mí. Una que resurgió con más fuerza, con más ilusión y con más ganas de olvidar el pasado.
SoulTech
HAZEL CLARKE
Si algo se puede decir de mí, es que soy una persona positiva. Le veo el lado bueno a cualquier situación. Incluidos los líos en los que me meten mis amigas. A veces pienso que viviría mucho más tranquila si no las conociera. Porque siempre, siempre, siempre acabo en medio de algún desastre. Lo cual es desesperante ya que odio los conflictos y ser el centro de atención. Aunque… merece la pena. No sería ni la mitad de feliz si no estuvieran en mi vida. Su apoyo ha sido esencial para superar ciertas cosas. Como las malas experiencias que he tenido con los hombres. No han sido muchas. Tampoco me ha dado tiempo a más en mis veintiocho años. Pero casi me hacen perder la fe en el sexo opuesto. Menos mal que el cosmos me mandó uno bueno para compensar, porque estaba empezando a preocuparme.
Tengo una habilidad especial, yo lo llamo mi superpoder. ¿Alguna vez habéis estado atrapadas en una conversación aburridísima de la que no podíais escaquearos? Ya sabéis, una reunión familiar insoportable, un evento de trabajo obligatorio, una cita con un egocéntrico que solo habla de sí mismo. Pues yo puedo silenciarlos. No es que me evada y deje de escucharlos. No, es que puedo apagar sus voces literalmente. Aprieto el interruptor y fin del ruido. No oigo nada. Guardadme el secreto, porque lo uso muy a menudo y hasta el momento nadie me ha pillado. Siempre me ha hecho mucha gracia que mi pasión —y trabajo— sea la comunicación y el marketing teniendo problemas de audición. Aunque, en realidad, ¿quién mejor para comunicar que alguien que es capaz de entender un lenguaje que va más allá de las palabras?
EVELYN AINSWORTH
Solo tomo malas decisiones. Aunque debe ser cosa de familia, porque mi querido hermano es igual o peor que yo. Nacer en una de las familias más influyentes y poderosas del país tiene sus ventajas y desventajas. Y yo, a los veinte años, me cansé de ambas. Estudié periodismo para continuar el negocio familiar. Después me marché de Londres para demostrarle a todo el mundo que valía para esto. Que no era solo la hija de. Fue así como descubrí mi segunda gran pasión: viajar. Estuve en cientos de sitios y acabé enamorándome de un francés, casándome con él y yéndome a vivir a Barcelona. ¿Recuerdas lo de las malas decisiones? Fue una terrible. Ese cabrón se aprovechó de mi nombre y me traicionó de todas las formas posibles. Así que me vi en la obligación de hundirlo. Después de todo, soy una Ainsworth y tenemos una reputación que mantener. Tendría que haber aprendido la lección después de ese, ¿no? Para nada. Volví a Londres, buscando el apoyo de los míos. ¿Y qué es lo primero que hago al llegar? Exacto, fijarme en otro. En otros, más bien. Dos, para ser exactos. Y uno de ellos no podía ser peor. Casi me cuesta la relación con mi hermano mayor, una amistad y mi cordura. Por favor, ¿podéis impedirme que siga eligiendo yo a los hombres? Aunque, viendo algunas de las decisiones de mis amigas… A lo mejor no lo estoy haciendo tan mal.
CAMILLE HARRIS
Soy una mujer práctica. Sé lo que quiero, cuándo lo quiero y cómo lo quiero. Lo bueno de contar con la desaprobación de tus padres desde pequeña es que ya no vives con el miedo de decepcionarlos. Y eso me ha permitido hacer lo que he deseado en cada momento. Bueno, más o menos. Porque ahora que me acerco a los cuarenta me doy cuenta de que llevo cargando con miedos, inseguridades y vicios demasiado tiempo. Al final, tan fuerte e independiente que me creía, he permitido que lo que otros piensen de mí me defina. Así que he tenido que reinventarme. Y para eso me he visto obligada a cuestionarme todo lo que pensaba de mí misma. ¿De verdad me gusta el sexo esporádico con el macizo que pase mis pruebas y cumpla mis normas? Vale, sí, me encanta. Esa no era la pregunta que debería hacerme. Lo que no me atrevo a pronunciar en voz alta es si en realidad no creo en el amor. Es curioso porque siempre me he desvivido por mis amigos. Haría cualquier cosa por ellos, los quiero más que a nada. Aun así, llevo toda mi vida creyendo que yo no me enamoro. JA. Soy una pedazo de hipócrita conmigo misma. No me juzguéis, son demasiados años protegiéndome de lo que pensaba que sería mi ruina. Y nunca es tarde para cambiar. Aunque ya no sea tan joven, ¿no?
Normas y pruebas para
no equivocarse con un hombre
JULIA VIDAL
Veamos, ¿qué os puedo contar de mí? Nací y me crie en Ibiza, aunque nunca he estado durante mucho tiempo en un sitio. A los dieciocho me fui a estudiar a Madrid. Y allí me quedé hasta que me salió una oportunidad en Italia. El trabajo de mi vida. Y el hombre de mi vida. En realidad, no. Para nada. Fue un desastre. Tanto el puesto en el departamento financiero de esa multinacional como el chico. Volví a España y meses después acabé en Londres. No buscaba otro amor de mi vida, lo prometo, es que… Odio reconocerlo, no sé estar sola. Y mi radar para los tíos es penoso. A ver, no es que haya estado con alguien tóxico ni eso. Pero he acumulado unos cuantos fracasos. Y lo peor es que no me doy cuenta de que estaba con uno bueno hasta que lo pierdo. ¿He mencionado ya que soy un poco desastre? Aunque a veces, cuando se alinean los astros, hago las cosas bien. Y, entonces, soy imparable.
LUCY BECKETT
Durante mis veinticuatro años de vida he sentido que no pertenecía a ningún sitio. Nací en York, pero no tardaron mucho en hacerme creer que no era lo suficientemente inglesa. Recordándome siempre que mi padre es español. Cuando iba a España a ver a mi familia, mi acento y costumbres desentonaban. Ni siquiera cuando conocí me fui a vivir con mi prometido tuve la sensación de que encajaba. Solo ha habido un momento donde no me he sentido fuera de lugar: trabajando. Adoro ser fisioterapeuta. Aunque tenga que soportar las exigencias de ciertos niños ricos o me obliguen a viajar de un lado a otro del país. Cuando mis manos empiezan a tratar lesiones entro en un estado de paz absoluta. Se me olvidan las discusiones con mi prometido, todos los planes de futuro que habíamos hecho y que ahora le dan igual. Incluso consigo no pensar en ese otro hombre que se ha cruzado en mi vida y que me exaspera y atrae a partes iguales. Menos cuando es a él a quien estoy tocando durante las sesiones de rehabilitación. Pero eso es otro tema. Siempre he tenido muy claro lo que quería. Encontrar mi sitio, formar un hogar. Tan solo lo estaba enfocando mal. Porque, al final, lo único que necesitaba era reconectar conmigo misma.
